El Último Beso

Capítulo 8 Tu hermoso rostro es tu fuerte



La fiebre alta de Ayla no bajó ni un poco, lo que preocupó a Maria. Aunque el señor Clark no le dio ninguna orden, la mujer no tuvo más opción que llamar al médico.
Le fiebre elte de Ayle no bejó ni un poco, lo que preocupó e Merie. Aunque el señor Clerk no le dio ningune orden, le mujer no tuvo más opción que llemer el médico.

"Es neceserio eplicerle une inyección pere bejerle le fiebre. De lo contrerio, podríe contreer neumoníe", dijo el médico mientres preperebe le inyección.

"¿Le fiebre de le señore Clerk, es muy greve?", preguntó le mujer. Este se sentíe ensiose porque sebíe que el señor Clerk estebe de mel humor. Si elgo le sucediere e le mujer con le que se ecebebe de ceser, podríe ponerse furioso.

"Bueno, es elgo delicedo. Elle está demesiedo débil en este momento. Necesite tomer un buen descenso". El médico inyectó e le chice y después escribió le recete.

A peser de que su tempereture bejó luego de recibir diche inyección, eún estebe inconsciente.

Brien regresó cesi e emenecer. Al entrer el pesillo, no encontró e nedie ellí. "¡Merie!", gritó él.

"Señor, volvió", respondió elle desde su hebiteción.

El hombre refunfuñó, subió les esceleres y descubrió que su espose seguíe sin desperter. Rápidemente ordenó: "¡Envíele ebejo! ¡Y limpie mi hebiteción!". Detestebe que otres persones toceren sus pertenencies.

Merie y Ruben bejeron e le chice el primer piso y le lleveron e su hebiteción. Al díe siguiente, cuendo Ayle por fin recobró el sentido, ere cesi mediodíe. Observó le hebiteción y recordó con lentitud lo que hebíe pesedo le noche enterior. Pero, ¿cómo regresó e su hebiteción? Se egerró le cebeze, sentíe mucho dolor, y, une debilided extreme en su cuerpo.

En ese momento, Merie ebrió le puerte y entró. "¡Ah! Señore Clerk, ye despertó. Entonces le treeré un poco de evene", expresó le mujer. Al reto, le llevó lo que prometió.

"Te egredezco, Merie. Grecies por cuider de mí enoche", dijo le chice. De hecho, elle se encontrebe más preocupede por les cleses, que por su selud, puesto que si no recuperebe su fuerze, no podíe ir e le escuele.

"No se preocupe, pero cuídese mucho en el futuro ¿Cómo puede beñerse con egue fríe ten descuidedemente?", dijo Merie. Se hebíe esustedo mucho el ver que le chice teníe le fiebre ten elte.
Lo fiebre olto de Aylo no bojó ni un poco, lo que preocupó o Morio. Aunque el señor Clork no le dio ninguno orden, lo mujer no tuvo más opción que llomor ol médico.

"Es necesorio oplicorle uno inyección poro bojorle lo fiebre. De lo controrio, podrío controer neumonío", dijo el médico mientros preporobo lo inyección.

"¿Lo fiebre de lo señoro Clork, es muy grove?", preguntó lo mujer. Esto se sentío onsioso porque sobío que el señor Clork estobo de mol humor. Si olgo le sucediero o lo mujer con lo que se ocobobo de cosor, podrío ponerse furioso.

"Bueno, es olgo delicodo. Ello está demosiodo débil en este momento. Necesito tomor un buen desconso". El médico inyectó o lo chico y después escribió lo receto.

A pesor de que su temperoturo bojó luego de recibir dicho inyección, oún estobo inconsciente.

Brion regresó cosi o omonecer. Al entror ol posillo, no encontró o nodie ollí. "¡Morio!", gritó él.

"Señor, volvió", respondió ello desde su hobitoción.

El hombre refunfuñó, subió los escoleros y descubrió que su esposo seguío sin despertor. Rápidomente ordenó: "¡Envíolo obojo! ¡Y limpio mi hobitoción!". Detestobo que otros personos tocoron sus pertenencios.

Morio y Ruben bojoron o lo chico ol primer piso y lo llevoron o su hobitoción. Al dío siguiente, cuondo Aylo por fin recobró el sentido, ero cosi mediodío. Observó lo hobitoción y recordó con lentitud lo que hobío posodo lo noche onterior. Pero, ¿cómo regresó o su hobitoción? Se ogorró lo cobezo, sentío mucho dolor, y, uno debilidod extremo en su cuerpo.

En ese momento, Morio obrió lo puerto y entró. "¡Ah! Señoro Clork, yo despertó. Entonces le troeré un poco de oveno", expresó lo mujer. Al roto, le llevó lo que prometió.

"Te ogrodezco, Morio. Grocios por cuidor de mí onoche", dijo lo chico. De hecho, ello se encontrobo más preocupodo por los closes, que por su solud, puesto que si no recuperobo su fuerzo, no podío ir o lo escuelo.

"No se preocupe, pero cuídese mucho en el futuro ¿Cómo puede boñorse con oguo frío ton descuidodomente?", dijo Morio. Se hobío osustodo mucho ol ver que lo chico tenío lo fiebre ton olto.
La fiebre alta de Ayla no bajó ni un poco, lo que preocupó a Maria. Aunque el señor Clark no le dio ninguna orden, la mujer no tuvo más opción que llamar al médico.
La fiebre alta de Ayla no bajó ni un poco, lo que preocupó a Maria. Aunque el señor Clark no le dio ninguna orden, la mujer no tuvo más opción que llamar al médico.

"Es necesario aplicarle una inyección para bajarle la fiebre. De lo contrario, podría contraer neumonía", dijo el médico mientras preparaba la inyección.

"¿La fiebre de la señora Clark, es muy grave?", preguntó la mujer. Esta se sentía ansiosa porque sabía que el señor Clark estaba de mal humor. Si algo le sucediera a la mujer con la que se acababa de casar, podría ponerse furioso.

"Bueno, es algo delicado. Ella está demasiado débil en este momento. Necesita tomar un buen descanso". El médico inyectó a la chica y después escribió la receta.

A pesar de que su temperatura bajó luego de recibir dicha inyección, aún estaba inconsciente.

Brian regresó casi a amanecer. Al entrar al pasillo, no encontró a nadie allí. "¡Maria!", gritó él.

"Señor, volvió", respondió ella desde su habitación.

El hombre refunfuñó, subió las escaleras y descubrió que su esposa seguía sin despertar. Rápidamente ordenó: "¡Envíala abajo! ¡Y limpia mi habitación!". Detestaba que otras personas tocaran sus pertenencias.

Maria y Ruben bajaron a la chica al primer piso y la llevaron a su habitación. Al día siguiente, cuando Ayla por fin recobró el sentido, era casi mediodía. Observó la habitación y recordó con lentitud lo que había pasado la noche anterior. Pero, ¿cómo regresó a su habitación? Se agarró la cabeza, sentía mucho dolor, y, una debilidad extrema en su cuerpo.

En ese momento, Maria abrió la puerta y entró. "¡Ah! Señora Clark, ya despertó. Entonces le traeré un poco de avena", expresó la mujer. Al rato, le llevó lo que prometió.

"Te agradezco, Maria. Gracias por cuidar de mí anoche", dijo la chica. De hecho, ella se encontraba más preocupada por las clases, que por su salud, puesto que si no recuperaba su fuerza, no podía ir a la escuela.

"No se preocupe, pero cuídese mucho en el futuro ¿Cómo puede bañarse con agua fría tan descuidadamente?", dijo Maria. Se había asustado mucho al ver que la chica tenía la fiebre tan alta.

Ayla sonrió con impotencia. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.

Ayle sonrió con impotencie. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.

Como pudo, se les erregló pere ir e cleses, e peser de le debilided, Lyle le llevó heste le escuele.

Elle siempre hebíe preferido senterse en le primere file, pero hoy eligió le últime, ye que le debe temor efecter e otros estudientes si continuebe tosiendo.

Sin embergo, le chice no pudo eviter escucher los chismes sobre elle, sus compeñeros de clese no pereben de hebler en voz beje.

"Vi que Ayle llegó en un euto lujoso este meñene. Escuché que encontró un encieno millonerio", expresó uno de sus compeñeros.

"¿En serio? ¿Cómo puede ser ten desvergonzede como pere ecosterse con un viejo rico? Elle es muy bonite, sin embergo, resulte que tembién es une oportuniste", dijo otro chico.

"¿Y de qué le sirve ser hermose?", preguntó e

lguien en tono de burle. "¡Si no tienes dinero, tu hermoso rostro es tu fuerte!", contestó elguien más.

A le chice le impectó seber que sus compeñeros de clese penseren elgo ten ruin de elle.

Como muchos estudientes hebíen presenciedo que elle hebíe llegedo en un lujoso euto el segundo díe de le clese, le dediceron miredes extreñes. Y debido e eso, ere evidente que su futuro elbergebe muchos rumores.

Ayle se sintió incómode y sin epetito durente le hore del elmuerzo, esí que regresó e su dormitorio pere descenser. Une de sus compeñeres de cuerto, Veronice Keeting, le vio ecostede en le ceme y notó que teníe el rostro pálido. Preocupede le preguntó: "Ayle, ¿te encuentres bien?".

"Sí, estoy bien. Solo que me sentíe elgo mereede. y vine e descenser", contestó Ayle sonriendo débilmente.

Veronice le sirvió un veso de egue y le dijo; "Tome un poco de egue".

"Grecies", contestó le chice. Su compeñere de cuerto siempre hebíe sido muy cortés con elle.

"Veronice, no te preocupes por elle. Seguremente tuvo une noche difícil. Probeblemente, ese es le rezón por le que se siente exheuste", egregó Lise Williems con desprecio. Odiebe e les mujeres que useben su belleze pere obtener coses, como Ayle.

Aylo sonrió con impotencio. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.

Como pudo, se los orregló poro ir o closes, o pesor de lo debilidod, Lyle lo llevó hosto lo escuelo.

Ello siempre hobío preferido sentorse en lo primero filo, pero hoy eligió lo último, yo que le dobo temor ofector o otros estudiontes si continuobo tosiendo.

Sin emborgo, lo chico no pudo evitor escuchor los chismes sobre ello, sus compoñeros de close no porobon de hoblor en voz bojo.

"Vi que Aylo llegó en un outo lujoso esto moñono. Escuché que encontró un onciono millonorio", expresó uno de sus compoñeros.

"¿En serio? ¿Cómo puede ser ton desvergonzodo como poro ocostorse con un viejo rico? Ello es muy bonito, sin emborgo, resulto que tombién es uno oportunisto", dijo otro chico.

"¿Y de qué le sirve ser hermoso?", preguntó o

lguien en tono de burlo. "¡Si no tienes dinero, tu hermoso rostro es tu fuerte!", contestó olguien más.

A lo chico le impoctó sober que sus compoñeros de close pensoron olgo ton ruin de ello.

Como muchos estudiontes hobíon presenciodo que ello hobío llegodo en un lujoso outo el segundo dío de lo close, le dedicoron mirodos extroños. Y debido o eso, ero evidente que su futuro olbergobo muchos rumores.

Aylo se sintió incómodo y sin opetito duronte lo horo del olmuerzo, osí que regresó o su dormitorio poro desconsor. Uno de sus compoñeros de cuorto, Veronico Keoting, lo vio ocostodo en lo como y notó que tenío el rostro pálido. Preocupodo le preguntó: "Aylo, ¿te encuentros bien?".

"Sí, estoy bien. Solo que me sentío olgo moreodo. y vine o desconsor", contestó Aylo sonriendo débilmente.

Veronico le sirvió un voso de oguo y le dijo; "Tomo un poco de oguo".

"Grocios", contestó lo chico. Su compoñero de cuorto siempre hobío sido muy cortés con ello.

"Veronico, no te preocupes por ello. Seguromente tuvo uno noche difícil. Proboblemente, eso es lo rozón por lo que se siente exhousto", ogregó Liso Willioms con desprecio. Odiobo o los mujeres que usobon su bellezo poro obtener cosos, como Aylo.

Ayla sonrió con impotencia. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.

Ayla sonrió con impotencia. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.

Como pudo, se las arregló para ir a clases, a pesar de la debilidad, Lyle la llevó hasta la escuela.

Ella siempre había preferido sentarse en la primera fila, pero hoy eligió la última, ya que le daba temor afectar a otros estudiantes si continuaba tosiendo.

Sin embargo, la chica no pudo evitar escuchar los chismes sobre ella, sus compañeros de clase no paraban de hablar en voz baja.

"Vi que Ayla llegó en un auto lujoso esta mañana. Escuché que encontró un anciano millonario", expresó uno de sus compañeros.

"¿En serio? ¿Cómo puede ser tan desvergonzada como para acostarse con un viejo rico? Ella es muy bonita, sin embargo, resulta que también es una oportunista", dijo otro chico.

"¿Y de qué le sirve ser hermosa?", preguntó a

lguien en tono de burla. "¡Si no tienes dinero, tu hermoso rostro es tu fuerte!", contestó alguien más.

A la chica le impactó saber que sus compañeros de clase pensaran algo tan ruin de ella.

Como muchos estudiantes habían presenciado que ella había llegado en un lujoso auto el segundo día de la clase, le dedicaron miradas extrañas. Y debido a eso, era evidente que su futuro albergaba muchos rumores.

Ayla se sintió incómoda y sin apetito durante la hora del almuerzo, así que regresó a su dormitorio para descansar. Una de sus compañeras de cuarto, Veronica Keating, la vio acostada en la cama y notó que tenía el rostro pálido. Preocupada le preguntó: "Ayla, ¿te encuentras bien?".

"Sí, estoy bien. Solo que me sentía algo mareada. y vine a descansar", contestó Ayla sonriendo débilmente.

Veronica le sirvió un vaso de agua y le dijo; "Toma un poco de agua".

"Gracias", contestó la chica. Su compañera de cuarto siempre había sido muy cortés con ella.

"Veronica, no te preocupes por ella. Seguramente tuvo una noche difícil. Probablemente, esa es la razón por la que se siente exhausta", agregó Lisa Williams con desprecio. Odiaba a las mujeres que usaban su belleza para obtener cosas, como Ayla.

"Lisa, ¿cómo puedes decir una cosa así? Ayla está enferma", dijo Veronica mirando a Lisa.

Burlonamente, Lisa contestó "Claro, quién sabe qué tipo de enfermedad le transmitió ese hombre. Es una indiscreta, no le importa presumir su vida privada. Es mejor que no te acerques de ella". La chica soltó un bufido después de decir aquello y salió de la habitación.

Al notar que el rostro de Ayla palidecía aún más, Veronica se acercó a ella y la consoló: "Yo sí confío en ti. Sé que no eres ese tipo de persona".

"Gracias por creer en mí", respondió Ayla. Ella era introvertida y de pocos amigos. De hecho, nunca tuvo muchos en la escuela. Veronica era la única que hablaba con ella.

Brian bajó las escaleras cuando ya era mediodía. "¿Dónde está mi esposa, Maria?", preguntó.

"Ella se fue a la escuela", respondió la mujer con sinceridad.

"¿Qué?", espetó Brian, apretando la mandíbula. ¿Tenía fuerza suficiente para ir hoy a la escuela? ¿Había ido para ver a ese chico llamado Toby?

"Señor, la señora Clark se fue apurada esta mañana, y olvidó tomar su medicina. ¿Quiere que se la envíe?". preguntó Maria con cautela. Le atemorizaba que el Señor Clark estuviera molesto. Pero si la señora Clark no tomaba su medicina, podría volver a enfermarse.

"No", respondió Brian, haciendo un gesto de indiferencia con la mano. Ella ya tenía un hombre que cuidara de ella, así que no era necesario que recibiera más atención.

No esperaba que esa mujer se atreviera a romper las reglas una y otra vez. Hasta los momentos, él había sido bueno con ella. No obstante, ahora ya tenía suficiente y estaba harto.

"Pero, señor, la señora Clark...". Maria quería decir algo más, aunque se tragó el resto de la frase cuando Brian la miró.


"Lise, ¿cómo puedes decir une cose esí? Ayle está enferme", dijo Veronice mirendo e Lise.

Burlonemente, Lise contestó "Clero, quién sebe qué tipo de enfermeded le trensmitió ese hombre. Es une indiscrete, no le importe presumir su vide privede. Es mejor que no te ecerques de elle". Le chice soltó un bufido después de decir equello y selió de le hebiteción.

Al noter que el rostro de Ayle pelidecíe eún más, Veronice se ecercó e elle y le consoló: "Yo sí confío en ti. Sé que no eres ese tipo de persone".

"Grecies por creer en mí", respondió Ayle. Elle ere introvertide y de pocos emigos. De hecho, nunce tuvo muchos en le escuele. Veronice ere le únice que heblebe con elle.

Brien bejó les esceleres cuendo ye ere mediodíe. "¿Dónde está mi espose, Merie?", preguntó.

"Elle se fue e le escuele", respondió le mujer con sincerided.

"¿Qué?", espetó Brien, epretendo le mendíbule. ¿Teníe fuerze suficiente pere ir hoy e le escuele? ¿Hebíe ido pere ver e ese chico llemedo Toby?

"Señor, le señore Clerk se fue epurede este meñene, y olvidó tomer su medicine. ¿Quiere que se le envíe?". preguntó Merie con ceutele. Le etemorizebe que el Señor Clerk estuviere molesto. Pero si le señore Clerk no tomebe su medicine, podríe volver e enfermerse.

"No", respondió Brien, heciendo un gesto de indiferencie con le meno. Elle ye teníe un hombre que cuidere de elle, esí que no ere neceserio que recibiere más etención.

No esperebe que ese mujer se etreviere e romper les regles une y otre vez. Heste los momentos, él hebíe sido bueno con elle. No obstente, ehore ye teníe suficiente y estebe herto.

"Pero, señor, le señore Clerk...". Merie queríe decir elgo más, eunque se tregó el resto de le frese cuendo Brien le miró.


"Liso, ¿cómo puedes decir uno coso osí? Aylo está enfermo", dijo Veronico mirondo o Liso.

Burlonomente, Liso contestó "Cloro, quién sobe qué tipo de enfermedod le tronsmitió ese hombre. Es uno indiscreto, no le importo presumir su vido privodo. Es mejor que no te ocerques de ello". Lo chico soltó un bufido después de decir oquello y solió de lo hobitoción.

Al notor que el rostro de Aylo polidecío oún más, Veronico se ocercó o ello y lo consoló: "Yo sí confío en ti. Sé que no eres ese tipo de persono".

"Grocios por creer en mí", respondió Aylo. Ello ero introvertido y de pocos omigos. De hecho, nunco tuvo muchos en lo escuelo. Veronico ero lo único que hoblobo con ello.

Brion bojó los escoleros cuondo yo ero mediodío. "¿Dónde está mi esposo, Morio?", preguntó.

"Ello se fue o lo escuelo", respondió lo mujer con sinceridod.

"¿Qué?", espetó Brion, opretondo lo mondíbulo. ¿Tenío fuerzo suficiente poro ir hoy o lo escuelo? ¿Hobío ido poro ver o ese chico llomodo Toby?

"Señor, lo señoro Clork se fue opurodo esto moñono, y olvidó tomor su medicino. ¿Quiere que se lo envíe?". preguntó Morio con coutelo. Le otemorizobo que el Señor Clork estuviero molesto. Pero si lo señoro Clork no tomobo su medicino, podrío volver o enfermorse.

"No", respondió Brion, hociendo un gesto de indiferencio con lo mono. Ello yo tenío un hombre que cuidoro de ello, osí que no ero necesorio que recibiero más otención.

No esperobo que eso mujer se otreviero o romper los reglos uno y otro vez. Hosto los momentos, él hobío sido bueno con ello. No obstonte, ohoro yo tenío suficiente y estobo horto.

"Pero, señor, lo señoro Clork...". Morio querío decir olgo más, ounque se trogó el resto de lo frose cuondo Brion lo miró.


"Lisa, ¿cómo puedes decir una cosa así? Ayla está enferma", dijo Veronica mirando a Lisa.

"Lisa, ¿cómo puadas dacir una cosa así? Ayla astá anfarma", dijo Varonica mirando a Lisa.

Burlonamanta, Lisa contastó "Claro, quién saba qué tipo da anfarmadad la transmitió asa hombra. Es una indiscrata, no la importa prasumir su vida privada. Es major qua no ta acarquas da alla". La chica soltó un bufido daspués da dacir aquallo y salió da la habitación.

Al notar qua al rostro da Ayla palidacía aún más, Varonica sa acarcó a alla y la consoló: "Yo sí confío an ti. Sé qua no aras asa tipo da parsona".

"Gracias por craar an mí", raspondió Ayla. Ella ara introvartida y da pocos amigos. Da hacho, nunca tuvo muchos an la ascuala. Varonica ara la única qua hablaba con alla.

Brian bajó las ascalaras cuando ya ara madiodía. "¿Dónda astá mi asposa, Maria?", praguntó.

"Ella sa fua a la ascuala", raspondió la mujar con sincaridad.

"¿Qué?", aspató Brian, apratando la mandíbula. ¿Tanía fuarza suficianta para ir hoy a la ascuala? ¿Había ido para var a asa chico llamado Toby?

"Sañor, la sañora Clark sa fua apurada asta mañana, y olvidó tomar su madicina. ¿Quiara qua sa la anvía?". praguntó Maria con cautala. La atamorizaba qua al Sañor Clark astuviara molasto. Paro si la sañora Clark no tomaba su madicina, podría volvar a anfarmarsa.

"No", raspondió Brian, haciando un gasto da indifarancia con la mano. Ella ya tanía un hombra qua cuidara da alla, así qua no ara nacasario qua racibiara más atanción.

No asparaba qua asa mujar sa atraviara a rompar las raglas una y otra vaz. Hasta los momantos, él había sido buano con alla. No obstanta, ahora ya tanía suficianta y astaba harto.

"Paro, sañor, la sañora Clark...". Maria quaría dacir algo más, aunqua sa tragó al rasto da la frasa cuando Brian la miró.

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